Lagunas de Siecha

Después de un mes, por fin conseguimos salir de Bogotá, y lo hicimos gracias a apuntarnos a una de las caminatas que organiza el grupo senderista Caminantes del Retorno. Este grupo organiza salidas cada fin de semana  a lugares de interés ecológico, y este domingo tocó ir a las Lagunas de Siecha (que son 3).

El hecho de que Bogotá se sitúe en los Andes Orientales permite que con alejarte un poco de la ciudad encuentres parajes naturales increíbles. Colombia cuenta con una red enorme de Parques Nacionales (58) pero tiene el problema de que la administración no puede abarcar todos ellos a nivel de gestión y control, por falta de personal o presupuesto, por lo que es bastante común encontrarte acciones de minería o cacería furtiva dentro de los límites de los parques. Eso se intenta solucionar contando con la población local, a veces de ascendencia indígena, concienciándolos en la conservación de los lugares que en su momento fueron sagrados para sus antecesores.

Así ocurre en el Parque Nacional de Chingaza, donde se encuentran las Lagunas de Siecha, zona de asentamiento de los Muiscas.

Una de las cosas más llamativas del Páramo Andino Colombiano es sin duda la flora, endémica de aquí. Imaginaos mezclar el clima de alta montaña con el ecuatorial, éste es el resultado (Colombia cuenta con el 50% de todos los páramos del planeta).

La flor del Frailejón, la planta más característica del lugar, con varias especies endémicas en la misma zona.

Ésta de aquí es la Atrapamoscos,  y sí, es una planta carnívora :S.

Caminando entre frailejones de la especie enana

Ése es Carlos, nuestro guía, tomando panorámicas de los lagos.

Una cosa curiosa de la civilización Muisca es que colocaron sus aldeas, no al azar, sino siguiendo la posición de las estrellas y la luna en el cielo. Esta colocación de piedras con los nombres de los pueblos es una especie de Google Maps de la zona, pero a lo rústico:

Entre la fauna local encontramos ciervos, osos de catalejos, cóndores y águilas, como la de la foto…

Llegando a las lagunas lo que más llama la atención es la vegetación, esta vez los frailejones (se llaman así porque los días de niebla los conquistadores españoles los confundían con frailes) son de talla grande. El paisaje es bastante pintoresco, casi alienígena…

Estas plantas, en su versión arbórea, crecen a un ritmo de 1 metro cada 50 años, y los había de hasta 10 metros, echad las cuentas…

Estas lagunas tienen una historia oscura, ya que estaban ligadas al rito de El Dorado, tan perseguido por los españoles en la época de conquista. Y es que los indígenas hacían ofrendas áureas al lago, y eso provocó durante siglos una fiebre del oro dedicada a dragar los lagos para sacar las reliquias del fondo. Por un lado, lo poco que se encontró, fue enviado a Alemania a mitad del s.XX, pero nunca llegó a su destino porque el barco se hundió en el Atlántico. Por otro lado, un grupo ecologista en la década de los 90 consiguió taponar la salida que drenaba agua del lago y se volvió a recuperar hasta los niveles actuales. Nosotros confirmamos lo que dicen aquí, «el verdadero tesoro no se encuentra en el lago, es el lago mismo».